¡Le comió la lengua el ratón! ¡Todo le debo sacar con cucharita! Son frases que a menudo surgen cuando deseamos que nuestros hijos compartan sus vivencias. A pesar de que pareciera una tarea sencilla, en el artículo de hoy reflexionaremos por qué en ocasiones no lo es.
Es comprensible que nos preocupemos por establecer una comunicación abierta y fluida con nuestros hijos ya que desde siempre hemos oído con frases tales como "la comunicación es la base de una familia unida”. Ello genera que se presenten interrogantes como ¿si mi hijo no me cuenta todo lo que ha vivido, será que no me tiene confianza? ¿estoy fallando como padre?
Por ello, en este artículo iremos describiendo diversos factores que debemos de tomar en cuenta al momento de comunicarnos de manera asertiva con nuestros hijos y no frustrarnos en el camino.
1. La edad
- Debemos considerar la etapa evolutiva en la que se encuentran nuestros hijos, de modo que es diferente iniciar una conversación con un niño de tres años a un adolescente de quince.
- Esta equivocación suele presentarse debido a que para los adultos resulta natural y sencillo el poder establecer un dialogo, pero no lo es para nuestros hijos.
- Los niños en edad preescolar (2 a 6 años) presentan una memoria más concreta, vinculada a la representación que han desarrollado de sus vivencias; los niños escolares (6 a 13 años) ya cuentan con una mayor atención focalizada y están aprendiendo a organizar sus ideas y narraciones; mientras que un adolescente (14 a 20 años) ha desarrollado con mayor efectividad un pensamiento deductivo y argumentativo.
2. Contexto
- Si nuestros hijos están retornando de clases, considerando la cantidad de horas que ello implica, es comprensible que puedan o no estar motivados para conversar con nosotros. Motivo por el cual es recomendable que primero sacien sus necesidades básicas (alimento, descanso).
- Designar un momento del día propicio para dialogar con nuestros hijos, durante dicho espacio evitar la presencia de distractores tales como los celulares.
- Conocer y compartir los intereses de nuestros hijos, el acompañarlos durante dichas experiencias genera que vinculen nuestra presencia con estímulos agradables y disfruten más de nuestra compañía. Ejemplo, acompañarlos a la peluquería, librería, etc.
3. Mantener una comunicación asertiva
- Ello implica prestar atención a lo que nuestros hijos desean compartir de manera espontánea. En ocasiones ocurre que nuestros hijos comunican en desorden sus ideas, oigamos lo que tengan que decir y emitamos un breve comentario a modo de conclusión. Así les enseñaremos a concretar sus ideas y nuestros niños sabrán que están siendo escuchados.
- Evitar las críticas o castigos mientras están compartiendo sus vivencias. Ayudarlos que sean ellos quienes descubra qué equivocación se presentó y cómo solucionar dichas dificultades.
- En caso de desacuerdos en opiniones, evitar se condescendientes, dialoguen acerca de cada postura y busquen alternativas de solución de manera conjunta.
- Tener cuidado con emitir consejos que no han sido solicitados, ello podría generar que no se sientan comprendidos o afectar los procesos de identificación, ya que uno al mostrarse "un sabelotodo" marca distancias con el niño.
- Cuando sepamos que nuestros hijos han culminado su relato, compartir también nuestras experiencias afines ya sean actuales o del pasado.
- Respetar la confidencialidad, tomemos en cuenta que nuestros hijos están compartiendo información importante para ellos y debe ser tratada como tal.
4. Si no desean hablar conmigo; adecuarme a sus necesidades
- Debemos aprender a respetar si nuestro hijo no desea hablar con nosotros a pesar de que ya satisfizo sus necesidades básicas. En ocasiones los niños se tornan poco comunicativos, pero si recurren a nosotros cuando se presentan problemas, podemos estar tranquilos.
- Si nuestro hijo se encuentra en edad preescolar como revisamos en párrafos anteriores, no se encuentra en la capacidad de sostener un diálogo fluido. Juguemos con él, los niños plasman en sus juegos la realidad que vivencian y por ende nos permite intervenir de manera más sencilla y menos intrusiva.
- En caso de niños escolares, recordemos que están aprendiendo a organizar sus ideas y por ello evitemos elaborar preguntas abiertas tales como ¿qué tal te fue en el colegio? sino aterrizar de manera lúdica preguntas específicas:
- ¿Ha ocurrido algo divertido durante el recreo?
- Si el hada mágica te permitiera desaparecer a alguien ¿quién sería?
- ¿Qué clase te gustó más, por qué?
- Mientras que con hijos adolescentes resulta aún más importante respetar sus silencios, interpretar su comunicación no verbal y mantener apertura acerca de los temas a tratar, de modo que nuestros hijos no se sientan juzgados sino escuchados y contenidos.
Referencias
Crianza en familia. Mi hijo no me
cuenta nada. 15 de noviembre del 2011. [fecha de consulta: 18 de marzo del
2016]. Disponible en: http://crianzaenfamilia.com/2011/11/15/mi-hijo-no-me-cuenta-nada/
Educación Inicial. ¿Cómo Me Puedo Comunicar Mejor Con Mi Hijo? [fecha de consulta: 18 de marzo del 2016]. Disponible en: http://www.educacioninicial.com/EI/contenidos/00/2800/2806.asp
Matás, M. (2013). Desarrollo y
cambios en la memoria. [fecha de consulta: 18 de marzo del 2016]. Disponible
en: http://www.um.es/sabio/docs-cmsweb/aulademayores/desarrollo.pdf
Mia Revista. ¡Mi Hijo No Cuenta
Nada!18 de febrero del 2014. [fecha de consulta: 18 de marzo del 2016]. Disponible
en: http://www.mujeresreales.es/ninos/articulo/mi-hijo-no-cuenta-nada
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